Versículo Oseas 7:9 . Las canas están aquí y allá sobre él, pero él no lo sabe.  El reino ha envejecido en la iniquidad; el tiempo de su cautiverio se acerca, y no temen ningún peligro. Se encuentran en el estado de un anciano tonto, que por la edad y las enfermedades se ha vuelto casi calvo, y los pocos cabellos que le quedan en la cabeza son bastante grises. Pero no considera su último fin; no hace provisión alguna para esa eternidad al borde de la cual se encuentra constantemente; no se dirige al Médico soberano para que cure sus enfermedades espirituales, sino que llama a los médicos para que le curen de la vejez y de la muerte. Este estado miserable y esta conducta absurda los presenciamos todos los días. ¡Oh, cuán rápido se aferra el ser humano a su tierra natal! Lector, escucha la voz de un anciano: -

¡Oh, coevos míos! Restos de vosotros mismos,

¿tendrán aún extendidas nuestras pálidas manos marchitas?

Temblando a la vez de ansia y de edad;

con la avaricia y la ambición aferrándose rápidamente

¡Aferrándose al aire! ¿Qué tiene la tierra?

Sólo queremos poco; ni ESE POCO por mucho tiempo.

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