Versículo Salmo 30:4Cantad al Señor, santos suyos. Vosotros, sacerdotes, que esperáis en su santuario, y cuyo oficio es ofrecer oraciones y sacrificios por el pueblo, engrandecedlo por la misericordia que ahora ha mostrado al detener esta plaga tan destructiva.

Dad gracias al recuerdo de su santidad. "Sed santos", dice el Señor, "porque yo soy santo". El que puede dar gracias al recordar su santidad, es uno que ama la santidad; que odia el pecado; que anhela ser salvado de él; y se anima al recordar la santidad de Dios, pues ve en ella la naturaleza santa que ha de compartir, y la perfección que ha de alcanzar. Pero la mayoría de los que se llaman a sí mismos cristianos odian la doctrina de la santidad; nunca la oyen inculcar sin dolor; y la parte principal de sus estudios, y de los de sus pastores, es averiguar con qué poca santidad pueden esperar racionalmente entrar en el reino de Dios. ¡Oh engaño fatal y destructor del alma! ¿Hasta cuándo permitirá un Dios santo que doctrinas tan abominables contaminen su Iglesia y destruyan las almas de los hombres?

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