Deje que los profetas hablen, dos o tres, ... El apóstol ha terminado las reglas para rayas con una lengua desconocida, procede a establecer algunos para el don de profetización; y observa que, donde hay una serie de profetas, como era muy probable que hubiera en la iglesia en Corinto, dos o tres de ellos podrían profetizar, o explicar las profecías del Antiguo Testamento, o predicar el Evangelio en una sola oportunidad o reunión: Él no usa esa cláusula restrictiva, "a lo sumo", como antes, porque si hubiera alguna necesidad u ocasión para ello, se podría emplear más, de modo que la atención se tomó para no cargar a la gente y enviarlas alejadas a los odios; Y esto debían hacer, como antes, en curso, uno tras otro, de lo contrario, sería toda confusión, ni podrían ser escuchados a la edificación. Aunque algunos han pensado que podrían hablar juntos en uno y al mismo tiempo, en diferentes partes de la Iglesia:

y deje que el otro juez: los otros profetas que se sientan y escuchan, y todos, y todo, que tienen un espíritu de discernimiento, si lo que dicen los profetas proviene de sus propios espíritus, o de un espíritu mentiroso, del espíritu del anticristo, o de si desde el espíritu de Dios; e incluso el cuerpo de las personas, miembros privados de la iglesia y oyentes, podrían juzgar la doctrina por sí mismos, según la Palabra de Dios, el estándar de la fe y la práctica; y no debíamos creer en todos los espíritu, pero probarlos, ya sean de Dios, y sus doctrinas por su palabra, ya sean verdaderas o falsas; Porque el hombre espiritual está en una medida capaz de juzgar todas las cosas de un tipo espiritual, a través de esa experiencia espiritual que tiene de la Palabra de Dios, y las cosas divinas, y por la asistencia del Espíritu de Dios.

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