y David le dijo a él, tu sangre [ser] sobre tu cabeza ,. La sangre que él había derramado, lo dejó sufrir por ello; Porque como él había derramado sangre, su sangre debería ser derramada, según la ley de Dios; Y para la prueba de esto, que lo había hecho, él apela a su propia confesión:

para tu boca, ha testificado contra usted, diciendo, he matado al señor Unged ; y lo que podría servir para confirmar la verdad de lo que había dicho estaban la corona y la pulsera que él le trajo con él; Y además, era un amalista, de una nación que se dedicaba a la destrucción; Y, como piensa Abarbinel, David podría suponer que mató a Saul para que se vengara de él por lo que había hecho con su nación; Pero, después de todo, tanto él como Maimonides n permiten que el castigo de él no estuviera estrictamente de acuerdo con la ley, sino que era un decreto temporal, un caso extraordinario y un acto de autoridad real; Porque en casos comunes, un hombre no debía ser condenado y poner a muerte sobre su propia confesión, ya que es posible que no esté en su mente correcta; Pero David optó por ejercer la severidad en este caso, en parte para mostrar su respeto a Saúl, y para ingrarse a sí mismo en el favor de sus amigos, y en parte a disuadir a los hombres intentar asesinar a los príncipes, quien mismo estaba a punto de ascender el trono.

n hilchot sanhedrin, c. 18. secta. 6. o t. Bab. Yehamot, siguiendo. 25. 2. Maimon. ibídem.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad