Dejemos ahora que nuestros gobernantes de toda la congregación estén en pie, (i) y que todos los que han tomado mujeres extranjeras en nuestras ciudades vengan en los tiempos señalados, y con ellos los ancianos de cada ciudad y sus jueces, hasta que el furor de la ira de nuestro Dios por este asunto se aparta de nosotros.

(i) Que sean designados para examinar este asunto.

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