¡Ay del que da de beber a su prójimo, que le pone tu odre, y también lo embriaga, para que mires su desnudez!

(m) Con esto reprocha al rey de Babilonia, quien como estaba ebrio de codicia y crueldad, provocó a otros a lo mismo, y los enardeció con su locura, y así finalmente los avergonzó.

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