Entonces el hombre la quemará, porque la tomará y se calentará; a la verdad, lo enciende y hornea pan; sí, hace un dios y lo adora; lo convierte en una imagen esculpida y se postra sobre ella.

(u) Él expone la obstinación y malicia de los idólatras que, aunque ven por experiencia diaria que sus ídolos no son mejores que el resto de la materia de la que están hechos, sin embargo, rechazan una parte y hacen un dios de el otro, como los papistas hacen su dios de la torta, y el resto de sus ídolos.

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