Despierta, despierta; vístete de tu fuerza, oh Sion; Ponte tus ropas hermosas, oh Jerusalén, ciudad santa; porque desde ahora no volverán a entrar en ti incircuncisos ni inmundos.

(a) Ningún tirano malvado, que subvertirá la verdadera religión de Dios y oprimirá la conciencia.

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