Y el rey Joacim (1) envió hombres a Egipto, a saber, Elnatán hijo de Acbor, y algunos hombres con él a Egipto.

(l) Aquí se declara la furia de los tiranos que no pueden soportar escuchar la palabra de Dios declarada, sino que persiguen a sus ministros y, sin embargo, al final no prevalecen más que provocar mucho más los juicios de Dios.

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