No hubo una palabra de todo lo que mandó Moisés, que Josué no leyera delante de toda la congregación de Israel, con las mujeres, y los niños y los extraños que conversaban entre ellos.

(o) Por tanto, ni los jóvenes ni los viejos, ni los hombres ni las mujeres, estaban exentos de oír la palabra del Señor.

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