REFLEXIONES

¡Bendito Jesús! mientras veo a Hai y su rey, y todo lo que le pertenece, sometido, derribado y destruido, bajo tu siervo Josué, como tu tipo y representante, ¡oh! hazme ver, y creer firmemente, que todos los Ai del momento presente, se inclinarán y serán vencidos, que se oponen a la salvación de tu pueblo. Condúceme, bendito Capitán, conquistando y conquistando: de gracia en gracia y de fuerza en fuerza.

Y como tu ejército, que aquí contemplo, enséñame por tu Espíritu Santo, a detenerme en las diversas victorias y redenciones que tú obras por mí, a ofrecer mi sacrificio y a bendecir a mi Dios, a medida que avanzo, incluso en el presencia de mis enemigos. Tú, bendito Jesús, que con tu propio brazo obtuviste la victoria; sólo me sostienes, me sostienes y me haces pasar, hasta que me lleves a la plena posesión de la Canaán que está arriba; sé tú mi sol y mi escudo, mi escondite y mi escondite, y entonces ciertamente sabré que mi Dios que da gracia, ciertamente dará gloria.

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