(4) Mientras les hablaba estas cosas, he aquí vino un príncipe y se postró ante él, diciendo: Mi hija ya ha muerto; pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.

(4) No hay mal tan antiguo e incurable que Cristo no pueda curar poco a poco si es tocado con verdadera fe, pero a la ligera, por así decirlo, con la mano.

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