¿Por qué te abates, alma mía? ¿Y por qué te inquietas dentro de mí? (e) esperanza en Dios, porque aún le alabaré, [quien es] la salud de mi rostro, y mi Dios.

(e) Por el cual amonesta a los fieles a no ceder, sino a esperar constantemente en el Señor, aunque sus problemas sean largos y grandes.

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