¿Por qué te abates, oh alma mía? ¿Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, que es la salud de mi rostro, y mi Dios.

Todavía lo alabaré, refiriéndose al ( Salmo 43:4 ) , "con el arpa te alabaré". Lo que había orado ya lo anticipa, en la confianza de la fe.

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