¿Por qué estás abatida, alma mía?

¿Y por qué estás inquieto dentro de mí?

Te espero en Dios

Porque aún lo alabaré,

¿Quién es la ayuda de mi rostro?

Y Dios mío.

Esta verdad final ha confirmado su fe y le ha asegurado su liberación. De este modo, puede, con aún más confianza, invocar a su alma y preguntarle por qué está tan inquieta simplemente por estos problemas que lo han acosado. Espere en Dios. Porque él sabe que Dios debe eventualmente liberarlo para que pueda ir a la Casa de Dios a alabarlo, porque Dios es su constante ayuda y sustentador, y es su Dios.

Como se mencionó anteriormente, el hecho de que tengamos este salmo es una indicación de que Dios finalmente lo libró.

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