[¿No habréis de oír] las palabras que el SEÑOR (i) clamó por los profetas anteriores, cuando Jerusalén estaba habitada y en prosperidad, y sus ciudades alrededor de ella, cuando [los hombres] habitaban el sur y la llanura?

(i) Con esto condena su hipocresía, que pensaba que por su ayuno agradaba a Dios, y por las cosas que inventaron, y mientras tanto no le servirían como él había mandado.

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