¿No oís las palabras que el Señor ha clamado por los profetas anteriores, cuando Jerusalén estaba habitada y en prosperidad y sus ciudades alrededor, los suburbios dependientes de la capital, cuando los hombres habitaban el sur, la parte semiárida de Judá hacia el sureste, y la llanura, las tierras bajas hacia el suroeste? Deberían haber estado familiarizados con los mensajes de los profetas antes del exilio, que una y otra vez enfatizaban la necesidad de un verdadero culto del corazón, de sincero arrepentimiento y fe.

El ayuno en sí mismo es un asunto de indiferencia para el Señor. El ayuno que agrada a Dios no consiste principalmente en abstenerse de comer, sino en observar la Palabra del Señor y vivir de acuerdo con ella en todo momento, como los profetas siempre han predicado.

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