REFLEXIONES

MIENTRAS tenemos motivos para estremecernos al contemplar las tristes consecuencias de nuestra naturaleza caída, en un ejemplo tan verdaderamente terrible como el de Jeroboam; y mientras yo oraría por mí y por el Lector pidiendo gracia para hundirme en el polvo de la auto-humillación en un sentido consciente, que si nos diferenciamos de él, sea sólo la gracia la que lo haya hecho; Me detendría en el hermoso relato que se da del hombre de Dios y oraría para que el Señor, en misericordia hasta el momento presente, otorgue a su iglesia muchos, muchos Ahijahs.

¡Bendito Jesús! Yo diría, envíe ministros fieles que no teman el ceño fruncido ni cortejen las sonrisas de ningún hombre; pero di toda la verdad como es en Jesús, y no retengas nada que pueda ser de provecho para alarmar a los pecadores, consolar a los santos y edificar a tu pueblo en su santísima fe.

Pero mientras así miraría hacia arriba y suplicaría una bendición por un ministerio fiel, ¿contemplaré al siervo y olvidaré al amo? ¿No conducirá mi alma hacia ti la vista de Ahías, gran profeta y sacerdote de tu pueblo? ¡Sí! bendito Jesús! si te olvido, que mi diestra olvide su astucia. Si no me acuerdo de ti, que se me pegue la lengua al paladar. ¡Tú eres en verdad un sumo sacerdote fiel! y tu fidelidad y verdad al hacer manifiestas las leyes tuyas y las de tu padre, que toda nuestra raza ha quebrantado, ha sido el medio bendito, mediante la influencia de tu Espíritu Santo sobre nuestros corazones, para convertir a tu pueblo de las tinieblas a la luz, y del mundo. poder del pecado y Satanás para ti el Dios viviente.

¡Sí! querido Jesús! ¡Tú eres un ministro del santuario y del verdadero tabernáculo que el Señor levantó, y no un hombre! y no sólo nos has proclamado nuestras faltas, y por la influencia de tu bendito Espíritu nos convenciste del pecado, sino que en infinita misericordia nos constreñiste a tu amor y volviste nuestro corazón. ¡Señor Jesus! ¡Derriba todos nuestros ídolos! ¡Quita todos nuestros falsos refugios de mentiras! siéntate, bendito Jesús, como refinador y purificador de plata; y purifica a los hijos de Leví, y purifícalos como oro y plata, para que ofrezcan al Señor una ofrenda en justicia.

Porque entonces la promesa es dulce y ciertamente se cumplirá; Entonces será grata a Jehová la ofrenda de Judá como en los días pasados ​​y como en los años pasados. ¡Date prisa, bendito Jesús! la realización de este glorioso final; Limpia toda mi escoria y quita todo mi pecado.

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