(43) Y dijo a su criado: Sube ahora, mira hacia el mar. Y él subió, miró y dijo: No hay nada. Y él dijo: Vuelve siete veces. (44) Y sucedió que a la séptima vez dijo: He aquí, surge del mar una pequeña nube como la mano de un hombre. Y él dijo: Sube, di a Acab: Prepara tu carro y bájate, para que no te detenga la lluvia. (45) Y sucedió que mientras tanto, que el cielo se oscureció con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y Acab cabalgó y fue a Jezreel. (46) Y la mano de Jehová estaba sobre Elías; y se ciñó los lomos y corrió delante de Acab hasta la entrada de Jezreel.

Mientras el profeta luchaba en oración con Dios, su siervo es enviado en busca de la primera señal de respuesta a su oración. Se realizaron seis búsquedas ineficaces; enseñando, que aunque Dios espera ser misericordioso, sin embargo, la casa de Israel le preguntará sobre estas cosas para que las haga por ellos. Por fin en el séptimo mirador se ve una pequeña nube, el día de las pequeñas cosas. Eso es suficiente para la mente del profeta.

Sabía que en el útero de esa pequeña nube todas las bendiciones por las que estaba orando estaban contenidas y se producirían. ¡Oh! ¡Lector! que tú y yo estemos siempre alerta, porque el Señor Jesús está mirando eternamente a su pueblo; Capturemos las cosas más pequeñas de Jesús, porque su promesa, como él mismo, es sí y amén.

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