(5) Y volvieron los mensajeros y dijeron: Así habla Ben-adad, diciendo: Aunque yo te he enviado, diciendo: Me entregarás tu plata y tu oro, y tus mujeres y tus hijos; (6) Sin embargo, mañana te enviaré mis siervos a esta hora, y registrarán tu casa y las casas de tus siervos; y sucederá que todo lo que agrada a tus ojos, lo pondrán en su mano y se lo quitarán.

¡Lector! ¿Y no es éste el lenguaje del enemigo de las almas a sus vasallos? El que comete pecado, ¿no es siervo y esclavo del pecado? Y si nos hemos entregado siervos a tal tirano y tal amo; ¿Podemos esperar algo más que rigor en su trato?

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