REFLEXIONES

Haz una pausa en este capítulo, alma mía, y marca, en la historia de Saulo, las consecuencias seguras de la rebelión contra Dios. La palabra del Señor nos asegura que, cuando los caminos de un hombre agradan al Señor, aun a sus enemigos hace que estén en paz con él. Pero, cuando los pecadores descuidan y desprecian al Señor, él puede convertir sus propias comodidades en cruces. Y Saulo, aunque esté a la cabeza de un reino, será afligido y su corona se llenará de espinas.

Pero, alma mía, mientras remarca, como en la historia de este hombre, las consecuencias seguras del pecado, remarca no menos en su historia y en la tuya, cuán misericordioso es el Señor, a pesar de todas nuestras múltiples transgresiones. El Señor no retendrá su ira para siempre, porque se deleita en la misericordia. Con algún instrumento delgado, como el de Jonatán, logrará la liberación de su pueblo. ¡Oh! alma mía, aprende a grabar en tu mente esas cosas preciosas de la gracia de Dios.

Y en todas tus múltiples inmerecidos, nunca pierdas de vista el amor divino. Y cuando en cualquier momento se presenten pruebas y dificultades para el ejercicio de la fe, mantén los ojos fijos en Jesús, para que sea iluminado con los excrementos de su gracia, como lo hizo la miel con él. Y confíe en ello, en la fuerza del Señor Jesús, se encontrará que todas las dificultades son como nada. Él puede, y te hará más que vencedor, a través de la soberanía de su poder. Todos los obstáculos, en el camino hacia el cumplimiento de su santo propósito, serán como nada, porque no hay restricción para el Señor, él salva, por muchos o por pocos.

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