(1) Y sucedió que cuando Saúl volvió de seguir a los filisteos, se le informó, diciendo: He aquí David está en el desierto de Engedi. (2) Entonces Saúl tomó tres mil hombres escogidos de todo Israel, y fue a buscar a David y a sus hombres sobre las peñas de las cabras montesas.

Qué vista tan terrible ofrece el carácter de Saulo, del estado desesperadamente inicuo del corazón del hombre por naturaleza, desprovisto de gracia. Con qué furia incesante e incesante persigue Saúl la vida de David. ¡Lector! recuerde el ejemplo de los judíos que perseguían la vida de Jesús, de quien, en este punto, sin duda David era un tipo.

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