(10) Entonces dijo Saulo a su criado: Bien dicho; ven, vámonos. Fueron, pues, a la ciudad donde estaba el hombre de Dios. (11) Y mientras subían la colina hacia la ciudad, encontraron doncellas que salían a sacar agua y les dijeron: ¿Está aquí el vidente? (12) Y ellos les respondieron, y dijeron: Él es; he aquí, está delante de ti; apresúrate ahora, porque ha venido hoy a la ciudad; porque hay un sacrificio del pueblo hoy en el lugar alto: (13) Tan pronto como lleguéis a la ciudad, lo encontraréis inmediatamente antes que suba al lugar alto a comer, porque el pueblo no comerá hasta que venga, porque bendice el sacrificio; y luego comen lo que se les ordena. Ahora, pues, levántate; porque por este tiempo lo encontraréis.

Vale la pena observar que esas jóvenes no eran ajenas a lo que sucedía en los servicios religiosos. Es muy apropiado que tanto los sirvientes como los amos, los bebedores de agua y los que se sientan a la mesa con vino, conozcan salvrosamente todos los grandes principios de la religión. No me atrevo a decir si este sacrificio del pueblo en el lugar alto fue una fiesta con el sacrificio o un servicio con el sacrificio.

Pero sea tampoco, es delicioso observar que, como fue el sacrificio del pueblo, debe haber sido con la mirada puesta en Cristo. ¡Oh! Cuán preciosa debe ser aquella ofrenda todo suficiente del cuerpo de Jesucristo, de una vez por todas, considerada a los ojos de Dios nuestro Padre, cuando todo lo que se hace en los servicios y fiestas de su pueblo se refiere a ella. Hebreos 9:6 .

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