El relato que se da aquí de la visita de la reina de Saba es tan exacto con el que se da en 1 Reyes 10:1 que creo que no es necesario detener al Lector, sino remitirlo a esa escritura y al Comentario sobre ella. ¡Oh! ¡Qué reproche es ahora, y qué condenación eterna será en el mundo venidero, para miles y decenas de miles, que lejos de emprender un viaje largo y fatigoso, como lo hizo esta pobre mujer, para escuchar la sabiduría de Salomón, no se puede persuadir a escuchar y considerar la sabiduría del Señor de Salomón, aunque se expresa en un evangelio predicado todos los días de reposo.

¡Lector! No pase por alto lo que se señaló en el relato de la conducta de esta mujer, en la relación anterior de su historia, qué dulce emblema es del pecador venidero, en cuyo corazón el Espíritu Santo ha dado información y ha suscitado un deseo de indagación. acerca del Señor Jesucristo. Tampoco dejemos que usted y yo pasemos por alto en la visión que aquí se da de la condescendencia de Salomón, la gracia y la condescendencia aún mayores de nuestro Jesús, al hablar con los pobres pecadores y comer con ellos.

Cuán asombrada estaba la reina del sur cuando el rey de Israel le dijo todo lo que ella deseaba. Pero cuán abundantemente más abrumado de asombro el pecador, cuando el Señor Jesús le abre a su vista todo lo que pasó por dentro, y quita todos sus temores y ansiedades, y le da una confianza en Jesús que él comprendió que nunca debería poseer. ¡Lector! ¿Qué piensas de nuestro todopoderoso Salomón acerca de estas cosas? ¿Habéis oído, como lo hizo la reina del sur, de la fama de nuestro Salomón? vienes a probarlo con preguntas difíciles! ¿Has estado en verdad con Jesús? y te ha dicho todo lo que tenías en tu corazón. ¡Oh! entonces no necesito decírselo porque mejor puede decirme su asombro.

Seguramente concluirás como ella, y sin embargo, infinitamente más alta será tu conclusión; la mitad de su grandeza y sabiduría nunca les ha sido contada. Y de su amor no podrías haber tenido una concepción. Vuelve entonces a casa, lector, como hizo la reina a su país, vuelve a tu casa, difunde su fama, invita a miles y decenas de miles a que vengan a él, y prueben ellos mismos que es infinito en consejo y poder. Que los padres den a conocer su alabanza a los hijos.

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