Ningún carácter entre los hijos de los hombres está libre de imperfecciones. Las mejores imágenes tienen su sombra. De nadie sino de aquel que es el resplandor de la gloria de su Padre, y más hermoso que los hijos de los hombres, jamás se podría decir que en su boca no se halló engaño. Nadie fuera de ti, bendito Jesús, era del todo santo, inocente, sin mancha; separado de los pecadores y más alto que los cielos. Josías, como vemos en este caso, perdió su confianza en el Señor.

¿Y si Faraón subió contra el rey de Asiria, qué fue eso para Josías? ¿Tenía miedo de que, al hacerlo, se acercara demasiado a Judá? Y si es así, ¿por qué no consultó al Señor? Además, como leemos en la historia paralela, ( 2 Crónicas 35:20 ) el rey de Egipto le dijo que estaba actuando bajo la autoridad de Dios. Sin embargo, Josías despreció todas estas cosas, y la consecuencia fue fatal.

¡Pobre de mí! ¿Qué es el hombre en sus más altos logros? ¡Oh! Querido Señor Jesús, cuán glorioso es a la vista, en la estima de mi alma, que tu justicia es completa, por la cual el pobre pecador es justificado.

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