¡Lector! de ahí aprendemos estas verdades más solemnes. La palabra del Señor es inalterable. Ha proclamado que la paga segura del pecado es muerte. Y antes que esta ley sea alterada, su Hijo unigénito morirá. ¡Oh! Cuán solemne consideración en el mismo momento en que bendecimos a Dios por la misericordia. En verdad nos regocijamos; pero nos regocijamos con el temblor.

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