Aunque deseo que el lector me comente la bondad de Dios, al enseñar así a la iglesia primitiva mediante tales milagros las benditas doctrinas de la resurrección; y más particularmente, como todos ellos se refirieron a la Persona del Señor Jesús; Ruego al lector al mismo tiempo, muy particularmente, que tenga en cuenta la notable diferencia entre los milagros de Jesús y los de sus siervos, que obraron en su nombre y por su autoridad.

Eliseo oró al Señor: Jesús ordenó a los muertos que resucitaran. El siervo actuó en el nombre del Señor Jesús en el suyo. ¿Qué profeta, qué siervo de Jehová, dijo alguna vez como lo hizo Jesús? Yo soy la resurrección y la vida. ¿Y quién, sino Dios mismo, podría, en confirmación de esta bendita verdad, haber ordenado a los muertos, como Lázaro, que salieran? ¡Oh! glorioso Señor Jesús; Joh_11: 25; Joh_11: 43-44.

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