(8) Entonces el rey se levantó y se sentó a la puerta. Y dieron aviso a todo el pueblo, diciendo: He aquí, el rey está sentado a la puerta. Y todo el pueblo vino delante del rey, porque Israel había huido cada uno a su tienda.

¡Lector! ¡Cuán dulce es el pensamiento de que nuestro JESÚS, nuestro Rey, se sienta a la puerta para dejar que su pueblo contemple su belleza y presente todas sus preocupaciones ante él!

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