(2) Y el hijo de Saúl tenía dos hombres que eran capitanes de bandas: el nombre de uno era Baana, y el nombre del otro Recab, los hijos de Rimón beerotita, de los hijos de Benjamín; porque también Beerot fue contado a Benjamín: (3) Y los Beerotitas huyeron a Gittaim, y estuvieron allí como extranjeros hasta el día de hoy. (4) Y Jonatán, hijo de Saúl, tuvo un hijo que era cojo de sus pies. Tenía cinco años cuando llegaron las noticias de Saúl y Jonatán de Jezreel, y su nodriza lo tomó y huyó; y sucedió que cuando ella se apresuraba a huir, él cayó y quedó cojo.

Y su nombre era Mefi-boset. (5) Fueron, pues, los hijos de Rimón Beerotita, Recab y Baana, y vinieron al calor del día a la casa de Is-boset, que yacía en una cama al mediodía. (6) Y entraron por en medio de la casa, como si quisieran ir a buscar trigo; y lo hirieron debajo de la quinta costilla; y Recab y su hermano Baanah escaparon. (7) Porque cuando entraron en la casa, él se acostó en su cama en su dormitorio, lo golpearon, lo mataron, lo decapitaron, le tomaron la cabeza y los recogieron por el llano toda la noche.

Pero, cualquiera que sea el verdadero carácter de Is-boset, no podemos perdernos la conducta de esos hermanos. Por tanto, el relato de la ciudad a la que pertenecían se inserta aquí, a modo de paréntesis, no es seguro, a menos que sea para señalar aún más su atrocidad en que siendo benjamitas, deberían haber tenido más amor por la casa de Saúl. , que era de esa tribu. El relato de Mephiboseth, que se da aquí, aunque breve, es interesante.

La cojera, inducida por el evento de la batalla el día de la muerte de Saúl, y Jonatán siendo el padre de Mefiboset, puede servir para mostrar cómo el pecado de los padres involucra a los hijos en el castigo consiguiente. ¡Pobre de mí! Cuán evidente es que toda la naturaleza está caída, cuando toda la naturaleza gime por estar universalmente implicada en la caída.

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