EL SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL

OBSERVACIONES GENERALES

VARIAS de las observaciones que fueron propuestas en la apertura del primer libro de Samuel, se encontrarán con el Lector al comienzo de este segundo. Como se señaló con respecto al supuesto autor del mismo, cuyo nombre lleva, Samuel, aunque podría ser el autor del primer libro en parte, es decir, en la medida en que tuvo lugar en un punto de la historia antes de su muerte; sin embargo, el sentido común debe saber que los eventos registrados después de ese período nunca podrían haber sido transmitidos a la iglesia por él.

Y, por tanto, se seguirá necesariamente que todo este segundo libro debe haber debido su existencia a algún otro escritor. Y quizás fue por este motivo que los setenta que formaron las Escrituras en el orden actual en el que están colocadas en nuestras Biblias, juzgaron más apropiado distinguir tanto este como el primero bajo el título del primer y segundo libro de Samuel; también llamado el primer y segundo libro de los Reyes.

Creo que no es necesario impedir que el lector entre inmediatamente en la lectura de este segundo libro de Samuel, deseando que busque con mucha diligencia las firmas de la inspiración divina en todas sus partes. Si tanto el escritor de este Comentario como el Lector del mismo son sometidos a las enseñanzas del Espíritu, y por su mano infalible son llevados a rastrear, a través de todos sus departamentos, sus personajes bien conocidos; éstos refrescarán la mente y llevarán los testimonios más verdaderos y, de hecho, los únicos infalibles del entendimiento, de la autenticidad.

Y espero que, a estas alturas, el lector, que amablemente me ha acompañado a través de los varios libros precedentes de este comentario, comprenda la importancia de tal descubrimiento, que supongo que ya no será necesario insistir en él.

Con respecto a los anales de la humanidad, en los que, como historia, se coloca el segundo libro de Samuel, encontramos que el período es aproximadamente 1060 años antes de la venida de nuestro Señor Jesucristo. El libro en sí incluye todo el reinado de David, que duró casi cuarenta años.

Hay muchos temas dulces y espirituales abiertos a nuestra contemplación en las distintas partes de este libro; y especialmente se considera que lleva la mente a la Persona, Oficios y Caracteres del Señor Jesús.

David, cuya historia contiene, fue en muchos casos un tipo tan eminente del siempre bendito Jesús, que bien puede suponerse que el Espíritu Santo, (cuyo oficio y cuyo placer es tomar las cosas de Jesús para mostrar al pueblo), no permitiría que la vida de este hombre fuera señalada para la instrucción y el consuelo de la iglesia, sin que con mucha frecuencia la mente del lector fuera dirigida desde la historia de David hacia el Señor de David.

Sobre esta característica del libro en sí, quisiera, sobre todo, pedir sinceramente al lector que deje que su mirada se fije. Y le pido al Espíritu Santo que bendiga, en un grado muy eminente a su modo de ver, esta parte más preciosa de ella. Solo aprovecho la ocasión, antes de entrar en el comentario de este libro (como en casos anteriores) para hacer una petición al lector (y en la que su propia felicidad está demasiado interesada para rechazarme); que orará sobre él, y se detendrá sobre él, en las pobres observaciones humanas que se le presentan, en busca de enseñanzas divinas.

Ruega a Dios, hermano mío, que te dé el Espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de él; para que, en el ojo que ve, en el oído que oye y en el corazón que comprende, (todos los que son del Señor) estos libros sagrados de Dios lleguen a la mente, no solo en palabras, sino en poder y con mucha seguridad de fe y del Espíritu Santo.

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