Es notable, cómo los santos hombres de la antigüedad, cuando bajo el ESPÍRITU del SEÑOR, irrumpen en medio de su oficio de bendecir a su pueblo, con la bendición del DIOS de su pueblo. Así moribundo Jacob, en medio de la bendición de sus hijos, clama: He esperado tu salvación, oh SEÑOR. Génesis 49:18 . Y aquí Moisés estalla en un elogio del DIOS de Jesurún.

¡Lector! observe conmigo cuán dulce y sorprendente son estos y los siguientes tres últimos versículos de Moisés, al alabar al DIOS de Israel y al elogiar al Israel de DIOS. Son las últimas palabras de este gran hombre, y siempre hay que prestar especial atención a las últimas palabras de los grandes hombres. En este versículo, derrama sus alabanzas sobre el DIOS de Israel. No hay nadie como él, dice Moisés. Y ejemplifica esto, en esas dos grandes distinciones de carácter, su soberanía y su gloria.

Cuán dulces, cuán muy dulces y queridas son esas perfecciones a la contemplación de su pueblo. Por uno, están asegurados en su poder, y por el otro, en su amor. ¡Oh! para que tú y yo, Lector, conozcamos nuestro pacto DIOS en CRISTO, en ambos.

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