(10) Entonces el rey tomó el anillo de su mano y se lo dio a Amán, hijo de Hamedata agagueo, enemigo de los judíos. (11) Y el rey dijo a Amán: La plata te es dada a ti, también al pueblo, para que hagas con ellos lo que mejor te parezca.

¿Hubo alguna vez un monarca tan tonto, además de inútil, como este pobre persa irreflexivo para consentir un acto tan cruel? ¡Lector! obsérvelo, dondequiera que la satisfacción de los deseos corruptos reine en el cuerpo, la mente también estará bajo el dominio de la crueldad.

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