REFLEXIONES

¡Mi alma! mientras se hacen proclamas y se observan religiosamente, para la celebración anual de las liberaciones; Vete al monte de la santidad, en la Iglesia del evangelio de Jesús, y celebra diariamente esa gran liberación de la ira venidera, que el Hijo de Dios por su gloriosa empresa y logro, obró para los pobres pecadores, que son traídos creer en su nombre. He aquí un festival eterno en verdad, abierto a tu incesante contemplación y tu gozo.

Y aquí es donde encontramos el reino de Dios, no comida y bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Aquí pues, alma mía, busca la gracia de Dios, para celebrar en un jubileo constante, tu liberación de la maldición de la ley de Dios, las alarmas de tu propia conciencia, los terrores de una mente culpable, con todos los justos temores de la ira de venir. ¡Bendito sea Dios! El decreto del rey ha sido publicado y enviado por todas las provincias: Jesús da gracia, misericordia y paz.

Y tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo unigénito, para que todos los que creen en él no se pierdan, mas tengan vida eterna. Y Dios el Espíritu Santo confirma la gloriosa verdad al dar a los pobres pecadores la gracia de creer el testimonio que Dios ha dado de su Hijo. ¡Señor! haz que mi alma reciba la verdad en el amor de ella: y ¡oh! concédeme que por fe pueda vivir en el disfrute diario de ella; y por fin llegará a su celebración eterna en los reinos de arriba, donde Jesús será eternamente adorado y las alabanzas de la redención se ofrecerán incesantemente a Dios y al Cordero.

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