REFLEXIONES

Aunque, por la misericordiosa generosidad de un Dios del pacto en Cristo, no me atrevo a buscar la justificación ante Dios por las obras de la ley, sin embargo, como la gracia de Dios, que trae salvación, me ha enseñado a negar toda impiedad y codicia mundana, ¡Que esa gracia me permita vivir sobria, justa y piadosamente en este mundo presente! Y que toda mi vida y toda mi conversación prueben que aunque no trabajo por la vida, sin embargo, por su gracia que me capacita, estoy obrando desde la vida, la vida oculta que está con Cristo en Dios, para que cuando Cristo, que es mi vida, aparezca , Yo también puedo aparecer con él en la gloria.

¡Lector! Le encomendaría a su conciencia, como a la mía, examinar con frecuencia el corazón acerca de estas cosas. ¡Oh! Seamos muy celosos, con un celo piadoso por esos manantiales de acción, y guardemos el corazón con toda diligencia, y más especialmente roguemos a Dios que nos lo guarde, que es el único que lo puede guardar, porque de él son los resultados de vida.

¡Queridísimo Jesús! que la vista que se me presenta de tu presencia delante de tu pueblo, por breve y fugaz que sea la vista, reviva en mi corazón todo lo que es tierno y cariñoso, humilde y obediente, en memoria de ti y de tu amado nombre. ¡Señor! que nunca te pierda de vista bajo este glorioso carácter del Ángel de la Alianza que va delante de mí. Que me regocije en esa dulce seguridad de que el nombre de Dios mi Padre está en ti; que, poco a poco, y poco a poco, expulsarás de tu presencia las corrupciones de mi corazón; que los someterás a todos por fin con las conquistas de tu gracia; que me conducirás con seguridad a través de todo este estado de desierto, y que por fin, bajo tu poder, llegaré a la Canaán celestial, para ver tu rostro y morar contigo para siempre. ¡Oh! ¿Cuándo pasarán las sombras de la noche?

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