Misterioso como es el tema en muchos puntos, respecto a estas ofrendas, mirando como evidentemente esta Escritura lo hace, a un período de la Iglesia, cuando la ofrenda diaria debía cesar para siempre; sin embargo, un punto es muy claro y satisfactorio; a saber, que el Príncipe debía estar en medio de su pueblo, tanto al entrar como al salir. Así sabemos que Cristo es, en todas sus Iglesias; y de hecho sin su presencia, su reunión sería en vano. Es una consideración preciosa para los fieles, esta promesa de su Dios y Salvador, y que Él les ha dado con mucha gracia, para su consuelo en todas las épocas. Mat_18: 20; Mat_28: 20.

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