¿Hubo alguna vez una representación más conmovedora de la natural falta de amabilidad del corazón humano, y la tierna misericordia del Señor Jesús, que la que estos versículos exponen? ¡Precioso Señor, que nunca lo pierda de vista! para que, si bien induce a la humildad del alma, todavía pueda recordar, ¡tu incomparable compasión por los pobres pecadores! No necesito detener al lector para comentar la escritura a la que se refieren estos versículos. El hecho de que el Señor esté guiando a su pueblo por el desierto no puede pasarse por alto.

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