REFLEXIONES

¡Mi alma! he aquí en la historia de Israel, la historia real de todos los hombres por naturaleza; y la única causa universal de la controversia del Señor con los hijos de los hombres. Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios: Y piensa, alma mía, qué misericordia es que el Señor corrige. De no ser por esto, no habría esperanzas de reforma. Una de las escrituras más tremendas es la que el Señor proclama acerca de los incorregibles, al entregarlos para que se cumplan la medida de sus iniquidades: Así haré descansar mi furor contra ti y mi.

los celos se apartarán de ti. ¡Señor! Yo diría por mí mismo, y por cada pobre pecador como yo, no nos dejes comer el fruto de nuestras propias maquinaciones. Mejor es sufrir ahora que perecer para siempre. Pero ¡oh! acompaña tus correcciones con tu gracia; y haz que tus hijos oigan la vara, y quién la dispuso.

¡Precioso Jesús! ¡Cuán bienaventurado es, en tales circunstancias, contemplar esas dulces promesas que se dan en este capítulo acerca de ti y tu gran salvación, por quien solo se efectúan todas las liberaciones! ¡Si no hubiera sido por ti, bondadoso y glorioso Señor! aunque la ira del Señor se había extendido por toda la eternidad, ningún alma podría haber encontrado la posibilidad de regresar a él. Su justicia debe haber ardido hasta el último infierno: ni pudo haberse satisfecho para siempre, ¡Salve! ¡Todopoderoso Libertador de tu pueblo! ¡Damos la bienvenida a tu venida en el nombre del Señor! Bendito sea para siempre el sonido de alegría, que nos ha nacido un niño; ¡A nosotros se nos ha dado un hijo! ¡Oh! la inefable felicidad de que el gobierno esté sobre tu hombro; y que todo el poder es tuyo, en el cielo y en la tierra.

Da entonces, amado Señor, a tu pueblo, para conocerte, por cada nombre entrañable y en cada carácter glorioso. ¡Sé tú para mí, para cada uno, para todos, nuestro maravilloso Consejero, nuestro Dios poderoso, nuestro Padre eterno, nuestro Príncipe de Paz! Y como en nosotros mismos, y en todas nuestras circunstancias, no somos nada, no podemos hacer nada, y por causa del pecado somos peores que nada; oh, Señor, continúa tu obra con poder en nuestras almas; y del aumento de tu gobierno y de la paz no haya fin.

Que esté siempre creciendo y que siga creciendo. Da un aumento de gracia en cada corazón de tus redimidos en la tierra. Y aun cuando hayas traído a casa a tu rescate de la tierra al cielo, y toda la obra y la gloria de la redención se manifiesten plenamente como tuyas; sin embargo, bendito Jesús, aun entonces, cuando hayas entregado el reino de tu poder mediador, y Jehová en su triple carácter de persona sea glorificado en la salvación de la Iglesia; entonces, entonces, adorable Redentor, seguirás siendo la gloriosa Cabeza, causa y fuente; de toda la bienaventuranza de tu Iglesia y pueblo; y cada nuevo regalo de felicidad que disfruten, lo disfrutarán en ti, y de ti, y contigo, y será Jesús, y su iglesia, los que serán gloriosos y continuarán en gloria, por los siglos de los siglos, ¡Oh!

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