¡Qué hermosa vista se ofrece aquí de la piedad y la fe del Profeta! Con qué celo y seriedad puso su corazón en buscar al Señor. Aunque todas sus protestas y súplicas habían fracasado, al tratar de persuadir a los hombres; sin embargo, ¿quién puede decir, pensó el Profeta consigo mismo, qué hará la oración con Dios? ¡Lector! ¿Dejar que tales opiniones lleven el corazón a Jesús? ¡Piense en él y en su intercesión que prevalece en todas las épocas de angustia!

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