A medida que Jeremías, por su larga predicación, se volvió desagradable para aquellos espíritus refractarios, Baruc parecía estar más dispuesto a conciliar. La palabra era la misma para ambos, y no podía ser alterada, para acomodarse al falso gusto de ningún hombre; pero si las ofensas se eliminan con veneno, intente éste, entre todos los demás expedientes. ¡Oh Señor! ¿Qué posibles excusas traerán los no reclamados y sin gracia en el último día, ante quienes la santa palabra ha sido presentada, y ha demostrado ser ineficaz, de la voz del Encantador, hechizo que nunca tan sabiamente?

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad