¿Se eligió alguna vez una figura más hermosa para representar la extrema locura del entendimiento humano que en el contraste que aquí se traza entre la desconsideración del hombre y la consideración de las aves de paso? ¿Cómo se expresan, cuán regulares, cuán constantes, en la temporada de emigración, son esas aves de los cielos? ¡Pero el pobre hombre caído insensato, nunca por sí mismo busca el cambio de clima de las cosas perecederas del tiempo y el sentido, al amor eterno y la misericordia en Cristo Jesús!

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