REFLEXIONES

LECTOR, permita que el sermón de Eliú llame su más ferviente atención. Ruego a DIOS que nos lo haga provechoso a los dos. Seguramente es un sermón lleno de evangelio, lleno de gracia, lleno de enseñanza divina; en el cual se exponen las tiernas misericordias de DIOS nuestro PADRE, la preciosidad e importancia de la salvación por el SEÑOR JESUCRISTO, y la bienaventuranza de esa instrucción que DIOS el ESPÍRITU SANTO da misericordiosamente a su pueblo, ya sea por visión o por sueño, en privado llamado o enseñanza pública, en sus dispensaciones y providencias, en la angustia o en la alegría, en la enfermedad o en la salud.

¡Oh! para que la gracia se beneficie de las diversas misericordias por las que DIOS siempre está llamando a las mentes desatentas e ignorantes de su pueblo. ¡ESPÍRITU SANTO! condesciende a ser el maestro, tanto de escritor como de lector; y aunque eres tan amable de hablar una vez, sí dos veces, y nuestro corazón no lo considera; sin embargo, ¡oh! Tú, Señor condescendiente, continúa te suplicamos, a pesar de toda nuestra terquedad y torpeza, y poca mejora, bajo tus diversas formas, de abrir nuestro entendimiento hasta que se cumpla el gran propósito de hacernos sabios para la salvación, por la fe que está en Cristo Jesus.

Y ¡oh! Alma mía, asegúrate de que todas estas graciosas llamadas de tu DIOS sobre ti, encomendadas como cada una de ellas está en tanta misericordia, asegúrate de que tengan su bendito efecto. Mira con diligencia y examina el fundamento de tu esperanza. ¡Has despertado! ¿Estás seria y verdaderamente preocupado por tu bienestar eterno? ¿Te ha convencido solemnemente la extrema pecaminosidad del pecado de que no hay salvación fuera de CRISTO? y bajo esta convicción, tan fervientemente has implorado perdón, misericordia y paz en la sangre de la cruz, que por fin has escuchado esas palabras de consuelo para el alma de DIOS tu PADRE, diciendo acerca de ti: Líbralo de descender. al hoyo, he encontrado un rescate. ¡Oh! bendita liberación; preciosa, preciosa salvación! Entonces mi carne será más fresca que la de un niño, y mi vida verá la luz.

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