Hay un gran grado de elegancia en estas expresiones, así como seriedad; primero se llama a los sacerdotes, los ministros del Señor, y luego a todo el pueblo. El cilicio en el que acostarse, los aullidos y la aflicción de los sacerdotes del Señor, representan y exponen fuertemente, bajo tipos y figuras, el estado desolado de las almas bajo el pecado.

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