Incluyo todos estos versículos en un solo punto de vista, porque un pasaje de las Escrituras tan delicioso, que abarca toda la respuesta mansa y sincera del acusado, no debe ser quebrantado. La cosa habla por sí sola, y las palabras son demasiado sencillas, y la respuesta también, satisfactoria, para necesitar un comentario. La apertura es muy llamativa, solemne y conmovedora. Mirando hacia arriba y pidiendo un testigo de la verdad, el glorioso pacto de Jehová Aleim, el Dios de Israel, estaba trayendo el asunto a un tema rápido.

Abogando por la pureza de sus intenciones, y luego por la aparente utilidad de sus diseños, muy correctamente logra ese atractivo. Y observe, por encima de cualquier otra razón, que ofrecen para la construcción de este altar, que era solo un altar de recuerdo, y no para uso en sacrificio. ¿No muestra esto claramente que esas tribus, al igual que las demás, tenían un ojo puesto en un solo sacrificio y una sola ofrenda? ¿Y a quién podría referirse esto, sino a él, que en los tiempos del Evangelio se ofrecería sin mancha a Dios, por medio del Espíritu Eterno, por la salvación de su pueblo? Con la mirada puesta en esto, el profeta habla bellamente: Malaquías 1:11 .

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