Cuán dulce es contemplar la atención uniforme de los siervos de Dios hacia su gloria. Josué no permitirá que la gente se vaya sin recordarles una vez más la primera, la mejor y la más grande de todas las preocupaciones. Por eso, bendito Dios, que el dulce recuerdo de Cristo Jesús me recuerde continuamente mis compromisos con el Redentor. Rezaría pidiendo gracia para unirme a él, porque él es mi vida.

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