¿No es esa costumbre pecaminosa y necia, que tienen algunos, de consultar a los adivinos y similares, similar a la práctica aquí tan severamente reprobada por DIOS? Y si alguien considerara seriamente, como debería, la debilidad y la locura de acudir a un mentiroso en busca de la verdad, en cualquiera que pretenda decir lo que sucederá, contrariamente a la voluntad del cielo, ¿sería presuntuosamente culpable de tal cosa? ¿pecado? Sería de desear devotamente que tanto las personas que pretenden predecir los acontecimientos, en la fortuna de las personas, como se le llama, como los que las consultan, recordaran lo que DIOS dice en este versículo de las Escrituras.

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