(14) Y llamando a todo el pueblo , les dijo: Cada uno de vosotros, oídme y entended: (15) No hay nada que salga del exterior que un hombre entre en él pueda contaminarle; cosas que salen de él, ésas son las que contaminan al hombre. (16) Si alguno tiene oídos para oír, oiga. (17) Y cuando se apartó de la gente de la casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola.

(18) Y les dijo: ¿También vosotros sois así sin entendimiento? ¿No entendéis que cualquier cosa que venga de fuera que entre en el hombre, no puede contaminarle? (19) ¿Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale al barril, purgando todas las carnes? (20) Y él dijo: Lo que sale del hombre, eso contamina al hombre. (21) Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los asesinatos, (22) Los hurtos, la codicia, la iniquidad, el engaño, la lascivia, el mal de ojo, la blasfemia, la soberbia, la necedad: (23) Todas estas cosas malas vienen de dentro y contaminan al hombre.

Admiro este discurso del SEÑOR JESÚS al pueblo. Y no puedo dejar de admirarlo aún más, porque por la manera distintiva en que se dice los llamó, y les presentó lo que les decía, encargándoles que oyeran que había muchos de ellos su gente, en contraposición a la Fariseos alrededor. Y por eso no puedo evitar pedirle al lector que me comente cuán uniformemente se ha conservado esta distinción en la Iglesia de CRISTO, al leer o predicar la palabra, desde ese tiempo hasta la hora actual.

Cuando vemos (como eso no podemos dejar de ver) en cada congregación, algunos reciben la palabra con santo gozo del ESPÍRITU SANTO, como Pablo testificó que lo hizo la Iglesia de los Tesalonicenses : mientras que otros, como esos fariseos, solo buscan encontrar faltas; ¿Qué puede ser más decisivo en testimonio de lo mismo? Y aunque muchos, como aquellos fariseos,son, en lo que respecta a las apariencias, aparentemente decentes y morales en sus vidas y en sus conversaciones con los hombres; y otros, en la religión de la naturaleza, parecen actuar de acuerdo con los principios de la piedad externa, tan alto como la fuerza natural puede alcanzar; sí, algunos de ellos hacen una profesión del Evangelio y están dispuestos a felicitar a CRISTO para compensar su deficiencia; sin embargo, en todos estos no hay un átomo de gracia regeneradora; es el viejo sabor de la vieja naturaleza, y ninguno de ellos está familiarizado con la persona, obra, gracia y gloria del SEÑOR JESUCRISTO.

Si el lector desea tener un relato bíblico verdadero de la verdadera obra salvadora de DIOS el ESPÍRITU SANTO sobre el corazón, lo remito al cuadro dibujado por inspiración en el primer capítulo de la primera epístola de Pablo a los Tesalonicenses. En el versículo 4, el Apóstol declara el conocimiento de la elección. En el quinto, muestra cómo se demostró y se dio a conocer. En el versículo 6, muestra los efectos seguros de ello en sí mismos. Y en los cuatro versículos que siguen, distorsiona las evidencias que de ese modo fueron probadas a otros.

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