(10) Después llegué a la casa de Semaías, hijo de Delaía, hijo de Mehetabeel, que estaba encerrado; y dijo: Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vendrán a matarte; sí, en la noche vendrán a matarte. (11) Y dije: ¿Debe huir un hombre como yo? ¿Y quién hay que, siendo como yo, entraría en el templo para salvar su vida? No entraré.

(12) Y he aquí, percibí que Dios no lo había enviado; pero que pronunció esta profecía contra mí, porque Tobías y Sanbalat lo habían contratado. (13) Por tanto, fue contratado para que yo tuviera miedo y lo hiciera, y pecara, y para que tuvieran asunto de mala fama y me reprocharan.

Es más que probable que este Semaías actuara como profeta. Pero no pudo haber recibido su comisión del Señor. Al parecer, Nehemías lo visitó porque entró en su casa. Pero aunque Sanbalat y Tobías lo atacaron, el Señor le dio a Nehemías que descubriera que su consejo no provenía del Señor. ¡Lector! qué terrible es cuando los hombres asumen el cargo ministerial, no se envían y hablan sin autorización; y peor aún, si es posible, proferir mentiras en el nombre del Señor. De todos ellos, de cualquier nombre, o de cualquier denominación que se distinga entre los hombres, yo diría por mí y por todos los pobres pecadores: Buen Señor, líbranos.

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