Detengámonos en estos versículos para lamentar las corrupciones e imperfecciones de nuestra pobre naturaleza caída, que contemplamos aun en un hombre tan grande como Moisés estallando tan indecorosamente. ¡Pobre de mí! ¿Qué es el hombre en sus más altos logros, cuando se le deja pero por un momento desprovisto de la gracia preservadora de DIOS? ¡Queridísimo JESÚS! ¡Ojalá toda visión renovada de la corrupción universal, ya sea en mí o en otros, tienda a hacerte querer en mi corazón! Dulce es esa escritura, Isaías 45:22 .

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