¡Lector! observe la naturaleza impactante del castigo. El rostro de Moisés se hizo glorioso por estar mucho con DIOS en comunión. El rostro de Miriam está leproso cuando DIOS se va. ¡Queridísimo JESÚS! ¿Qué soy yo, sino lleno de lepra, si no me lavas limpio en tu sangre? Era el oficio del sacerdote mirar al leproso y determinar la enfermedad. Piense en cómo se sintió Aarón, quien, aunque no participó en el castigo, como podría haberlo hecho con justicia, estaba consciente de su participación en el pecado.

Aquí nuevamente seamos inducidos a contemplar la hermosura de Aquel que es el único que quita el pecado mediante el sacrificio de sí mismo. 2 Corintios 5:21 .

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