¡Aquí vemos a Aarón representando al SEÑOR JESÚS en verdad! Porque ciertamente no había nada de santidad en Aarón que pudiera interponerse entre un DIOS ofendido y los pecadores que perecen. Pero, contemplado con la mirada puesta en JESÚS, vemos una de las visiones más interesantes del Redentor en su oficio sacerdotal poniendo el incienso de sus méritos y corriendo a este mundo desde el tabernáculo de gloria para eliminar el pecado mediante el sacrificio de sí mismo. .

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